El libro de Jueces relata la historia de una época muy oscura para Israel. Aún en las tinieblas, Dios estaba trabajando. Como frecuentemente lo hace, Él trajo luz y esperanza desde el lugar más inesperado. Noemi acompañó a su esposo incrédulo, Elimelec, a la tierra de Moab. Él dudó que Dios pudiera sustentarlo en la tierra prometida, por lo que le dio la espalda a la provisión del Dios de Israel. Años más tarde, Noemi regresó de Moab a Belén. Su esposo y sus dos hijos habían fallecido. Lo único que le quedaba era su nuera, Rut. Aún en su amargura y tristeza, Noemi mantenía la fe en el Señor de los ejércitos. Rut lo sabía y esa misma fe comenzó a crecer en su interior. Rut adoptó al Dios de Noemi, el Dios de Israel, como su Dios con estas famosas palabras: "Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios" (Rut 1:16). ¿Qué fue lo que hiz...