Cuando estar enojado se sienta bien, sabrás entonces que está mal


Cuando tu esposo se comporta de manera insensible, tus hijos son egoístas y pelean constantemente, o cuando tu esposa es irrespetuosa, el enojo está siempre listo para salir en tu defensa. Cuando otros no son de ayuda, el enojo está allí para animarte. Cuando tu orgullo es herido, el enojo te ofrece sus poderes curativos mediante la venganza.

Cuando abrazas el enojo, haces a un lado a Dios.

Pero, ¿y que del “enojo justo”? Allí está la trampa. Pablo dice en Efesios 4:26 que no debes pecar en tu enojo. Así que, como es posible enojarse pero no pecar, es muy fácil adoptar el enojo como un amigo aliado cuando otros pecan contra nosotros. Pero Efesios 4:26 no es todo lo que Pablo tiene que decir acerca del enojo. Cinco versículos más adelante, ¡él nos ordena desechar todo enojo e ira! ¿Se está contradiciendo Pablo?

No, para nada. El enojo tiene su lugar, pero ese lugar no es la satisfacción personal. El enojo del hombre no construye relaciones. Santiago dice que tu enojo no te llevará a la vida de santidad que Dios desea. Cuando el enojo conduce a la autojustificación de las respuestas pecaminosas, nunca resulta en algo bueno. El “enojo justo” siempre te llevará a una acción bíblica constructiva, no a la frustración, amargura o palabras desagradables.

Pablo dice que debes vestirte de bondad y compasión hacia otros. Debes seguir el ejemplo de Cristo. El enojo no ayudará en nada para ello. Por eso él dice que nos deshagamos de toda amargura, ira y enojo. Estas actitudes relacionales te impedirán mostrar el amor de Cristo a aquellos a quienes amas. Los apartará de ti a pesar de tus intenciones.

Pregúntate esto cuando el enojo te ofrezca su ayuda: ¿Estoy mostrando la bondad y compasión de Cristo a aquellos a quienes amo? En lugar de enfrascarte en el enojo, muestra el amor compasivo de Cristo cuando pienses que alguien te ha fallado.

Regresa bien por mal.

"La respuesta blanda quita la ira"; la respuesta dura e iracunda la enciende aún más. Dios es paciente contigo cuando pecas contra Él, porque si te tratara como tu pecado lo merece, ¡no sobrevivirías un minuto más!

Dale nuevamente un vistazo a Efesios 4:31-32. El enojo no es tu amigo: es una herramienta del enemigo para dañar tus relaciones con aquellos que más amas. Escucha con atención a Pablo: ¡deshazte de tu enojo!

Cuando estar enojado se sienta bien, sabrás entonces que está mal.

"Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo" (Efesios 4:31-32).


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Traducción: David Franco, BCTA


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